(Mt 5,38-48)
Queridos hermanos, como siempre Jesús va tocando temas muy importantes en nuestra vida, sobre todo en nuestras relaciones interpersonales.
Hoy vemos que el Señor va perfeccionando la ley, nos dijo: “han oído ojo por ojo y diente por diente”; cuando alguien hacía una ofensa a alguien, para repararla tenía que recibir lo mismo y Jesús nos indica que no, la violencia no se vence con más violencia, sería un espiral que nunca se acaba; por eso hoy Jesús nos dice que si alguien te hace el mal, te golpea, te quita el manto, tú dale lo demás, precisamente porque el mal se vence con el bien.
Jesús también nos dice: “han escuchado ama a tu prójimo y odia a tu enemigo, pues yo les digo amen a sus enemigos y oren por ellos”, y Él mismo nos pone de ejemplo a Dios, que nos ama a todos, buenos y malos, manda el sol y la lluvia para todos, porque aunque seamos rebeldes, Dios nos ama; por eso a nosotros que somos hijos de Dios nos pide amar incluso a nuestros enemigos, orar por ellos y hacerles el bien.
Este punto es tan importante, porque en el mundo vivimos mucha violencia, sobre todo en la actualidad, en México, y se nos olvida que somos hermanos; y este domingo la Palabra del Señor también nos dice que somos templos de Dios y que si alguien destruye el templo, Dios lo destruirá a él; por eso ¡cuidado! Cuando alguien destruye la vida de un ser humano, Dios le va a pedir cuentas, porque ahí habita Dios, en todo ser humano, por eso la importancia de amar a nuestros enemigos. Recuerda, el mal sólo se vence con el bien.
El amor es la fuerza más grande, por eso el Señor nos dice: “amen a sus enemigos, oren por los que los que les hacen el mal”, de tal manera que aún en el terrorismo que muchas veces se vive, nosotros tenemos que ser portadores de paz, de bondad, de unidad, de reconciliación. Y cuando los demás vean que ya no hay oportunidad de dañar, de destruir, empezarán a aprender también que el mal se vence con el bien.
Yo los invito a que nos unamos a este proyecto del Señor, a vivir en armonía y en paz. Si alguna vez recibimos alguna ofensa, hay que saber perdonar, pero también evitemos nosotros crear la violencia para los demás.
La bendición de Dios Omnipotente, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre ti y permanezca para siempre. Amén.
+ Mons. Luis Artemio Flores Calzada
Obispo de la Diócesis de Tepic