Visita de los obispos
a la Santa Sede
Ad limina Apostolorum es un acto eclesial que tiene un significado preciso: el fortalecimiento de la responsabilidad de los sucesores de los Apóstoles y de la comunión jerárquica con el sucesor de San Pedro y la referencia, en la visita a Roma, a las tumbas de los santos Pedro y Pablo, pastores y columnas de la Iglesia romana.
Presentan situación pastoral de las diócesis
De acuerdo con el Código de Derecho Canónico (c. 399 y 400), y los artículos 28 a 32 de la constitución apostólica Pastor Bonus, cada cinco años el obispo diocesano debe presentar al romano Pontífice una relación sobre la situación de su diócesis, según el modelo determinado por la Sede Apostólica y en el tiempo establecido por esta. El Papa Francisco ha dispuesto que sea cada siete u ocho años.
Esta visita se refiere también a los dicasterios de la Curia romana, con los cuales el obispo intercambia informaciones, consejos y sugerencias para el mayor bien y servicio de la Iglesia. Para ello, el obispo envía, con seis meses de anticipación, un informe, siguiendo el formato distribuido previamente por la Santa Sede.
Tres son, pues, los actos fundamentales de la visita: peregrinación a las tumbas de Pedro y Pablo; presentación al Papa de la relación quinquenal de cada diócesis y el encuentro personal con él, que en esta ocasión no será individual, sino en grupos. Los obispos aprovechan también el viaje para una toma de contacto con los colaboradores directos del Papa, que ya previamente han recibido para su estudio la relación quinquenal enviada.
Ad limina visita de unidad
Desde los primeros tiempos la Iglesia fue cimentándose sobre la base de una estrecha unión espiritual y formal entre los Apóstoles y sus sucesores, junto a quien ha servido como Vicario de Cristo en la tierra. La visita Ad limina es la expresión actual de esa íntima relación comunitaria. Ella tiene también un sentido muy concreto de encuentro con los obispos y comunidades eclesiales del mundo entero, puesto que en los intercambios que se producen durante su realización no solo se aportan las realidades y experiencias de la propia Iglesia particular, sino que se reciben las de otras diócesis del mundo, recogidas en la Santa Sede justamente mediante este tipo de visitas. Se produce así un enriquecimiento mutuo que es fruto de la comunión eclesial.
Presencia en El Vaticano de obispos mexicanos
118 obispos del país serán los que visiten la Santa Sede romana en este mes de mayo para presentar al Vicario de Cristo su informe quinquenal, en los días del 12 al 31, en los cuales se dividirán en tres secciones, quedando de la siguiente manera: la región Centro, del 12 al 17 de mayo, con 43
obispos; la región Sur, del 19 al 24, con 38 obispos y por último la región Norte, del 26 al 31, con 37
obispos.
Por ello, invito a todos los sacerdotes, religiosos y laicos de la Diócesis de Tepic a unirse en oración por el Santo Padre, por esta visita Ad limina y por nuestro obispo, Mons. Luis Artemio Flores Calzada, para que esta peregrinación se vea fortalecida con la gracia renovadora del Espíritu y, junto a él, pueda asumir las mociones y los ímpetus del Espíritu, para seguir la misión permanente, con valentía y generosidad. Cabe señalar que los días de visita del Obispo de Tepic serán del 12 al 16 de mayo y el lunes 19 de mayo será el discurso del Papa Francisco al Episcopado Mexicano.
Orígenes
Esta visita, si bien se remonta en su germen, según varios testimonios, al siglo IV (en los años 341-352) y si bien fue en 1585 cuando el Papa Sixto V, mediante la constitución Romanus Pontifex, reguló el formato de estas visitas, que siguieron las pautas marcadas hasta 1740, cuando Benedicto XIV, mediante la constitución Quod Sancta, amplió la obligación a los prelados nullius y estableció una comisión para valorar los informes de los obispos al término de la visita.
Alondra Marisol Arreola González