Durante la primera parte de la década de los años sesenta, en el entorno eclesial, hubo una palabra italiana que no solo se hizo famosa, sino que condensó la reforma católica más importante desde el siglo XVI en el que, como reacción ante la denominada Reforma Protestante, buscó una reforma interna que todavía aún se conoce como la Contrareforma.
Esa palabra famosa y simbólica fue aggiornamento, cuya traducción más fiel —menos traidora, se podría decir a partir del dicho aquel que considera que todo traductor es un traidor [traduttore, traditore]— fue “puesta al día” y cuyo acontecimiento nuclear lo constituyó el Concilio Ecuménico Vaticano II, llevado a cabo entre el 11 de octubre de 1962 y el 8 de diciembre de 1965, dividido en cuatro sesiones y que quedó plasmado en 4 Constituciones, 9 Decretos y 3 Declaraciones que habrían de poner al día a la Iglesia Universal y a todas y cada una de las Iglesias Particulares.
Pues bien, en la Diócesis de Tepic —erigida como tal en 1891— la “puesta al día” llegaría, formalmente, con el nombramiento de Don Adolfo Suárez Rivera como su quinto obispo.
En dos capítulos de su libro Servidor Fiel, un acercamiento histórico-biográfico a Don Adolfo, Manuel Olimón nos remite, precisamente, a los días de su nombramiento, de su llegada y de su ordenación episcopal, así como a los componentes institucionales del aggiornamento diocesano.
Manuel refiere unas palabras de Don Adolfo: “Visité varias veces en el hospital en Guadalajara al Señor Obispo Hurtado. Me dijo que […] había leído los documentos del Concilio; le habían parecido extraordinarios, pero que no sentía tener la fuerza ni la salud para poder aplicarlos […]. Que había que hacer cambios, pero que él ya no podría hacerlos. Que me pedía que yo los hiciera.”
Relata su llegada a la diócesis: “A las 11:55 horas del sábado, 14 de agosto, se tuvo el primer contacto del obispo electo con su pueblo. Éste se dio en un estrecho punto donde en la carretera federal número 15 se marca el límite entre los estados de Jalisco y Nayarit y, por consiguiente, entre la arquidiócesis de Guadalajara y la de Tepic, un buen número de personas estuvo a recibirlo. Hacia las 20:00 horas se vio llegar a la puerta principal de la Catedral al Sr. Obispo… Su camino hacia Tepic fue lento dado la cantidad de gente que al paso de la comitiva la hacía detenerse”.
Su toma de posesión: “El obispo electo tuvo para todos un gesto de cordialidad. Se verificó enseguida la ceremonia de toma de posesión que lo constituía obispo residencial… Oyó las letras apostólicas que lo colocan en esta dignidad, hizo la profesión de fe y recibió la cátedra episcopal”.
La celebración de su ordenación, el domingo 15 de agosto, fecha de la celebración de la Asunción de María, patrona de la Iglesia Catedral: “a la hora prevista, 11 de la mañana del domingo 15, pero en la Catedral y no en el ‘Lienzo Charro’, dado el peligro de lluvia, se inició la misa de consagración. Bastantes sacerdotes concelebraron junto con los Excmos. Sres. Carlo Martini [Delegado Apostólico], José Salazar, Arzobispo de Guadalajara; Samuel Ruiz, Obispo de San Cristóbal; Manuel Piña, Obispo titular de Milevi, Miguel García Franco, de Mazatlán y Fray Manuel Romero, de El Nayar. La homilía, que versó sobre la Iglesia puesta al servicio de los hombres, fue desarrollada con unción por Monseñor Ruiz”.
Mas ese cambio de pastor, era solo el inicio de la “puesta al día”. Esta se concretaría, ante todo, en la erección de nuevas parroquias. En este punto, el hecho más significativo sería la división de la parroquia de Tepic, en once parroquias y la división de las parroquias de Santiago y Compostela.
Sin embargo, siempre de acuerdo con el punto de vista plasmado en Servidor Fiel y, previamente, en otros textos de la misma autoría, el cambio más importante, desde el punto de vista organizativo —al que habría que añadir, por supuesto, los cambios en el ámbito litúrgico y en el ámbito de la palabra, dos de los ejes de las Constituciones conciliares—, sería la renovación y creación de estructuras que se consideraran necesarias a partir de un estudio serio de la realidad, social, económica, política y religiosa de la Iglesia que peregrinaba por tierras diocesanas.
En ese orden de cosas se integró un equipo de sacerdotes, la mayoría recién ordenados y otros con mayor experiencia para ir realizando un sondeo y el estudio requerido.
“De esa manera se preparó el terreno para un acontecimiento que marcó de modo definitivo un ‘antes’ y un ‘después’ en la historia diocesana: la Primera Jornada de Revisión y Planeación Pastoral que tuvo lugar en el local del Seminario de Tepic los días 4, 5 y 6 de septiembre de 1973. Antes de estos días intensos, las dos semanas anteriores se había realizado una gira de conocimiento “in situ” y un buen número de reuniones con quienes, en las “zonas pastorales” ya esbozadas, se dedicaron al conocimiento de la realidad”.
De esa Jornada surgirían las cinco zonas pastorales en que hasta la fecha se divide la diócesis y los decanatos en cada una de las zonas; las comisiones de liturgia, de evangelización y catequesis, de pastoral; los vicariatos de zona, el vicariato de pastoral, el vicariato de religiosas, la renovación de la curia diocesana y del Seminario…
Y, a nivel más amplio, la Diócesis de Tepic, empezaría a formar parte de la Región Pastoral de Occidente y de sus comisiones y Don Adolfo, apenas unas semanas después, sería nombrado vicepresidente de la Conferencia Episcopal.
La “puesta al día” diocesana, daba sus primeros pasos…
La pregunta que queda en el aire es: cincuenta años después de esos primeros pasos ¿en qué puede consistir un nuevo aggiornamento?
José Luis Olimón Nolasco