El deseo de engrandecer a su Reina y Soberana ha sido creciente en el clero y los fieles durante el transcurso de los siglos. Durante el año 1921 surgió y maduró el proyecto de imponerle a sus sienes imperial corona de oro, con autoridad pontificia.
Se verificaron los trámites correspondientes ante la Santa Sede con tan feliz resultado, que en noviembre del mismo año se obtuvo el rescripto que concedía el seseado privilegio.
En medio de la alegría y felicidad de propios y extraños, el 12 de mayo de 1923, El Excmo. Sr. Obispo Don Manuel Azpeitia y Palomar, tercero en la Diócesis de Tepic, y el Excmo. Sr. Don Leopoldo Ruiz y Flores, Arzobispo de Morelia, acompañados de los Excmos. Señores Don Agustín Aguirre y Ramos y Don Ignacio Plascencia y Moreira y de un crecido número de sacerdotes, impusieron regia y áurea corona de la Celestial Patrona y al pequeño Jesús que lleva en sus brazos.
Un ágape fraternal y una lucida fiesta literario-musical, en la que se estrenaron algunas composiciones poéticas, completaron la solemnidad de aquel día memorable.