El mes pasado llamó mi atención una publicación del Pontificio Consejo para la Pastoral de los Emigrantes e Itinerantes con motivo de la Jornada Mundial del Turismo 2014 promovida por la Organización Mundial del Turismo (OMT) con el lema “Turismo y desarrollo comunitario”. En la región de la Riviera Nayarit y la zona que comprende a Puerto Vallarta, Jalisco, la mayoría de la gente se dedica a estos menesteres, sobre todo en lo referente a la prestación de servicios.
Encuentro y diálogo con el visitante
El desarrollo de una Pastoral de la Amabilidad tiene mucho de fondo. Es un momento propicio para dejar el espíritu allegarse de nuevas experiencias, con apertura y fraternidad, que nos permita conocer sus costumbres y cultura, en general desconocida. Demostrarnos hasta dónde somos realmente hermanos de aquellos que nos visitan en busca de un momento de esparcimiento. En la universidad católica de Puerto Vallarta –la Univa– se cultivan los valores de amistad y trabajo basados en varios soportes de solidaridad y atención a todos aquellos visitantes, con trato de hospitalidad y espíritu de apertura. Me refiero, por supuesto, a los trabajos de campo de algunas licenciaturas como la de Administración turística, que permite conocer escenarios distintos para otorgar servicios a nuestro prójimo en un contexto de afecto y reconocimiento a su preferencia por el destino.
El área turística de la que hablo está viva y es altamente acogedora, hospitalaria y afectiva a todos aquellos visitantes. Se tiene plena conciencia de la actividad turística a la que se refirieron en la Santa Sede, el “turismo vivencial”, que por lo regular tiene la meta de vincularse con nuestras costumbres con lazos fuertes, e incluso fusionarse a la vida cotidiana de los anfitriones; es una especie de encuentro, diálogo y profunda amistad.
Evangelizar al turista
Este importante documento lo firmaron el Cardenal Antonio Maria Vegliò y el Obispo Joseph Kalathiparambil, presidente y secretario de ese dicasterio, respectivamente; conocedores de la importancia de este intercambio de cultura mundial que permite esa actividad; la OMT tiene claro este aspecto de interrelación turística. En su Código Ético Mundial, la OMT afirma que esta ha de ser una actividad beneficiosa para las comunidades del destino: “Las poblaciones y comunidades locales se asociarán a las actividades turísticas y tendrán una participación equitativa en los beneficios económicos, sociales y culturales que reporten, especialmente en la creación directa e indirecta de empleo a que den lugar”. La importancia que implica esta actividad en lo económico y en lo social, en el texto de la Santa Sede, se expresa en la intención de acompañar esta actividad en el mundo desde el ámbito de su interés y que debiera ser de todos los participantes: en la evangelización.
El turismo es un motor fundamental del desarrollo económico por su importante contribución al PIB (entre 3% y 5% a nivel mundial), al empleo (entre 7% y 8% de los puestos de trabajo) y a las exportaciones (30% de las exportaciones mundiales de servicios). En el tiempo presente en que se observa una diversificación de los destinos, cualquier lugar del planeta se convierte en una potencial meta. La Riviera Nayarit-Puerto Vallarta no puede soslayarse, es el momento de evangelizar, de demostrar que la palabra de Jesucristo se acrisola en la práctica de nuestras actividades, sobre todo el amor por el que nos permite conocerlo, y trae los recursos a los cuales se refiere este importante documento.
Quiero, por último, llamar la atención a mantener y fortalecer esta actividad que nos trae recursos y que puede extraernos de la pobreza en la cual se encuentran miles de familias; es una opción viable y sostenible, además de ser un instrumento de progreso permanente.
Mtro. Luis Ignacio Zúñiga Bobadilla
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