125 AÑOS DE LA DIOCESIS DE TEPIC. Homilía pronunciada por Mons. Luis Artemio Flores Calzada.

“Qué hermoso es ver a los hermanos unidos” (Salmo 133,1).

Muy estimado Sr. Nuncio Apostólico Franco Coppola, Representante del Papa Francisco en México. Muy estimados hermanos obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas, seminaristas, y fieles laicos. Sr. Presidente de Tepic, Leopoldo Domínguez González; Sr. Diputado Jorge Humberto Segura López y miembros de la cámara de diputados; Dr. Pedro Antonio Enríquez Soto, presidente del Tribunal Superior de Justicia del Estado de Nayarit.

En esta gran solemnidad nos hemos reunido para dar gracias a Dios, por los 125 años de haber sido erigida canónicamente nuestra amada Diócesis de Tepic. Miramos el pasado con gratitud, vivimos con alegría el presente, y esperamos el futuro con esperanza.

La Iglesia fue fundada por Cristo en la persona de Pedro como roca (Mt 16,18), y en los Apóstoles como cimiento (Ef 2,20), a esta Iglesia nos unimos nosotros por el bautismo como piedras vivas, para formar la casa, la morada de Dios.

La Iglesia es una comunidad reunida por el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, para hacer presente a Cristo y continuar su Obra salvífica; la Iglesia es el signo e instrumento de la unión íntima con Dios y de la unidad de todo el género humano (LG 1).

La Diócesis, o Iglesia Particular, nos dice el Concilio Vaticano II: es una porción del Pueblo de Dios que se confía al Obispo, para ser apacentada con la cooperación de sus sacerdotes, de suerte que, adherida a su Pastor y reunida por él en el Espíritu Santo por medio del Evangelio y la Eucaristía, constituya una Iglesia particular en que se encuentra y opera verdaderamente la Iglesia de Cristo, que es una, santa, católica y apostólica” (Ch.D.11).

La Iglesia existe para Evangelizar. El Señor Jesús llamó a los que él quiso, a los doce Apóstoles para que estuvieran con él y los envío a predicar (Mc 3,15) y hoy escuchamos en la primera lectura como también el Espíritu Santo elige a Pablo y a Bernabé para enviarlos a comunicar el Evangelio (Hechos 13, 1-5).

Evangelizar es la identidad de la Iglesia, es su gozo y alegría (EN14). La Iglesia evangeliza cuando, por la sola fuerza divina del mensaje que proclama, trata de convertir al mismo tiempo la conciencia personal y colectiva de los hombres, la actividad en que ellos están comprometidos, su vida y ambiente concretos.

Queridos hermanos y hermanas, todos los que formamos la Iglesia de Tepic: Obispo, sacerdotes, diáconos, religiosos y religiosas, y laicos, estamos llamados a llevar el Evangelio a todos nuestros hermanos y a todos los ambientes, hacer de nuestra Iglesia, una Iglesia misionera, en salida como nos indica el Papa Francisco, para que todos conozcan a Cristo. El Papa, es sucesor de Pedro y nosotros los Obispos somos sucesores de los Apóstoles; nuestra misión es ser principio de comunión, de unidad entre todos los bautizados dispersos por el mundo y los sacerdotes son nuestros colaboradores. También el Señor Jesús escogió otros 72 para preparar la llegada de Cristo y ser portadores de paz, y ahí están llamados todos los bautizados y confirmados.

La Iglesia existe para comunicar la vida divina a todos nuestros hermanos por medio de los Sacramentos, hacer de todos un pueblo Santo. En el Bautismo se engendran a los ciudadanos del Reino de Dios. En la confirmación se les comunica el Espíritu Santo, para ser ungidos como Cristo. En la penitencia se les brinda el amor misericordioso de Dios por el perdón de los pecados. En la unción se fortalece y se ayuda a la salud de los enfermos. En el matrimonio se bendice el amor humano entre un hombre y una mujer, para la procreación y educación de los hijos. Y en el Orden Sacerdotal se consagra a los ministros de Cristo, para que lo hagan presente en medio de su pueblo.

La Iglesia existe para colaborar con Cristo en la construcción de su Reino. El Reino implica una vida digna para todos los hombres; una vida donde se viva en fraternidad y solidaridad, donde no falte el alimento en todas las familias, el trabajo, un techo, el acceso a la salud, a la educación. El Reino es una comunidad donde se viven los valores del Reino de Dios, como son el amor, la paz, la justicia. Dios es amor, y nos ha llamado a todos a formar una comunidad de discípulos donde nuestros valores esenciales son: el amor y la unidad.

Agradecemos a Dios que en nuestra Diócesis ha habido grandes personajes en su historia, solo enumero algunos:

Estas tierras fueron pisadas por el gran evangelizador y santo misionero, Fray Junípero Serra, y que desde el Puerto de San Blas partió a evangelizar la alta California en 1768 antes de ser erigida la Diócesis.

El gran poeta Amado Nervo; Juan Escutia el ilustre defensor de la Patria; varios sacerdotes que han sido maestros en la Universidad Autónoma de Nayarit; así como también algunos sacerdotes impulsores de la promoción humana como el Padre Ramón Valdez Ochoa, fundador con otras señoritas de Acción Católica de la Academia Santa Teresita, que ha capacitado a muchas mujeres en distintos oficios. El Santo Mártir de Mascota: el Padre José María Robles. La beata originaria de Ixtlán del Río, la Madre Inés Teresa Arias.

Varios obispos: Monseñor Mario Espinoza Contreras, Obispo de la Diócesis de Mazatlán; Monseñor Jesús Antonio Lerma Nolasco, Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis de México. El Cardenal Francisco Robles Ortega, arzobispo de Guadalajara, nacido en Mascota, Jalisco. Así como el Cardenal Electo, Monseñor Carlos Aguiar Retes, Arzobispo de Tlalnepantla, originario de Tepic y quien fuera Rector de nuestro Seminario Diocesano.

Quiero agradecer también a Monseñor Alfonso Humberto Robles Cota, actualmente Obispo Emérito de Tepic que vive entre nostros, quien pastoreo esta Diócesis durante 27 años. Hoy no nos puede acompañar en persona en esta gran celebración debido a cuestiones de salud, pero desde su restablecimiento nos acompaña con sus oraciones y con su amor paterno.

En esta gran celebración quiero recordarles que todos estamos llamados a construir el Reino de Dios desde nuestras distintas vocaciones: Los sacerdotes, como buenos pastores, reflejar la ternura y bondad de Dios. Los religiosos están llamados a mostrar el estilo de vida de Cristo pobre, obediente, lleno de amor. Los laicos tienen la gran responsabilidad de transformar el mundo con los valores del Evangelio; como devolverle a la política su nobleza, buscar el bien de todos; que la economía sea la fuente donde se generen empleos para que a nadie le falte el trabajo; los campesinos y pescadores proporcionando los alimentos necesarios para el sustento; los maestros empeñados en la formación y educación de los ciudadanos; los médicos y enfermeras a ejemplo de Cristo confortando y sanando a los enfermos. Y así, cada quien, desde su distinta vocación, profesión y servicio ofrezca lo mejor de si para seguir construyendo el Reino de Dios en esta parte de nuestra Patria.

Invito a todos a esperar el futuro con esperanza, a seguir construyendo el Reino de Dios, siguiendo las líneas indicativas de nuestro Plan Diocesano de Pastoral, que todos ustedes elaboraron bajo el cuidado pastoral de mi antecesor, Monseñor Ricardo Watty Urquidi y cuyo lema perdura: “hacer de nuestra Iglesia de Tepic, una Iglesia viva”.

Yo quisiera que también hagamos de esta Iglesia viva una Iglesia joven, atractiva. Por ello los invito a que dediquemos una atención especial a los niños, a los adolescentes y a los jóvenes; además hagamos de cada familia una verdadera iglesia doméstica, formadora de ciudadanos y cristianos.

Que nuestra Iglesia de Tepic, sea una iglesia en salida, esto es, una Iglesia misionera, una Iglesia samaritana, que descubra el rostro de Cristo en nuestros hermanos que sufren, los enfermos, los encarcelados, los migrantes, los pobres; y que juntos tratemos de remediar su dolor, siendo misericordiosos como el Padre.

Desde el 12 de mayo de 1923, la Santísima Virgen María, en su advocación de Nuestra Señora del Rosario de Talpa, es la patrona de nuestra Diócesis; en sus manos maternales encomendamos a nuestra querida Diócesis de Tepic, que su intercesión nos alcance de Dios todo lo necesario para seguir siendo una Iglesia viva.
Así sea.

+Mons. Luis Artemio Flores Calzada
VIII Obispo de Tepic

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